El asma es una enfermedad heterogénea, caracterizada por la inflamación crónica de la vía aérea. Se define por una historia de síntomas respiratorios tales como sibilancias y dificultad al respirar, opresión torácica y tos.
Estos síntomas varían a lo largo del tiempo en cuanto a su presencia, frecuencia e intensidad y se le asocian la dificultad para expulsar el aire de los pulmones por el estrechamiento de las vías respiratorias (broncoconstricción), engrosamiento de las paredes de las vías respiratorias y aumento de las secreciones.
El asma supone una carga importante en la calidad de vida de las personas, como consecuencia del ausentismo laboral, escolar y alteración de la vida familiar y cotidiana. Además, es motivo de consulta frecuente en las instituciones de salud siendo la enfermedad crónica más frecuente en los niños.
El tratamiento del asma se debe configurar como un ciclo continuo de evaluación, ajuste del tratamiento y revisión de la respuesta. El objetivo principal es lograr y mantener el control de la enfermedad, además de prevenir las exacerbaciones y la obstrucción crónica al flujo aéreo, reduciendo al máximo la mortalidad y los efectos secundarios de la medicación.
Aproximadamente el 5% de los pacientes asmáticos tienen asma severo que no es controlado con la medicación habitual. Estos pacientes tienen riesgo de exacerbaciones severas y muerte, habiendo muy pocas opciones terapéuticas disponibles.
Por mayor información sobre este tratamiento consulte a su médico tratante.